viernes, 16 de junio de 2017

Tabare

Autor: Juan Zorrilla de San Martín, poeta, periodista, diplomático y político uruguayo; 1855-1931.
Género y corriente: Poema narrativo romántico.
Estructura: Está compuesto por una introducción y tres libros que, a su vez, se dividen en: dos cantos, el primero, y seis cantos cada uno de los segundo y tercero.
Personajes:
Sinopsis: Magdalena, una bella española, es abandonada durante un ataque de los indios a los primeros conquistadores desembarcados en tierra uruguaya. El cacique charrúa Caracé la toma como mujer y tienen un hijo de tez clara y ojos azules a quien Magdalena bautiza con el nombre de Tabaré y durante su niñez le infunde la religión cristiana. Pero la madre, llena de tristeza y soledad en medio de aquellos salvajes, muere dejando muy pequeño a su vástago.
Pasa el tiempo y al cabo de muchos años nuevos conquistadores españoles establecen un villorrio junto al río San Salvador.
Entre hispanos y charrúas se desencadena una guerra que lentamente va acabando con los indios. La tribu agoniza, ya han muerto sus mejores caciques: Zapicán, Abayubá, Añagualpo, Yandinoca, Tabobá, Magaluna, Yací, Teyú y otros igualmente valientes.
Don Gonzalo de Orgaz, jefe de la plaza española, trajo consigo a su esposa, doña Luz, y a su hermana Blanca
"esa otra niña de tez morena,
la hermosa, la inocente Blanca,"
de ojos negros y profundos
"en que la luz del sol de Andalucía
brillo de estrellas, presta a las miradas."
Cierto día, sale del villorrio un grupo de españoles en plan de atacar a los charrúas y regresa con muchos prisioneros, entre éstos se destaca uno menos moreno y con ojos azules; además, toda su actitud lo diferencia profundamente de los demás cautivos. Parece triste o enfermo, más aún cuando conoce a Blanca. Al verla, sin distinguirla bien del recuerdo borroso que conserva de su madre, se enamora de ella.
Tabaré se resiste a sus sentimientos. Lucha entre el odio de su raza, enemiga de los españoles, y la adoración a Blanca. La joven, cuando lo ve, siente afecto por aquel mestizo. Le tiene compasión, se conduele de él e intercede para que su hermano lo deje libre y no lo encadene. A los ruegos de Blanca se unen las palabras del padre Esteban, quien sirve de intermediario para defender al joven. No así doña Luz, para quien
"esos salvajes, hombres no son;
no tienen alma; no son hijos de Adán;
esta estirpe feroz no es raza humana."
Tabaré pasa por loco ante los soldados. No habla, huye de todos, no duerme, vaga por la noche y a veces, en vela a muy altas horas, le han visto detenerse frente a la ventana de Blanca.
En una ocasión lo sorprenden y persiguen creyéndolo un fantasma. Acosado y sin armas, el indio se defiende desesperadamente. Ya está por caer cuando el padre Esteban llega y detiene a la soldadesca.
Al día siguiente, don Gonzalo, quien no quiere violar la amistad pactada con el mestizo, aunque ahora se le hace sospechoso por sus velas y rondas nocturnas, lo expulsa del villorrio devolviéndole su libertad, pero con prohibición de acercarse al pueblo.
Los charrúas, mandados por el nuevo cacique Yamandú, una noche atacan sorpresivamente a la colonia española. El jefe indio quiere apoderarse de Blanca y por eso ha lanzado el malón sobre el villorrio, pues un día la muchacha se internó demasiado en el bosque y fue vista por el cacique, despertando en éste el deseo por la joven.
Yarnandú, durante el ataque al villorrio, encuentra a Blanca, la rapta y se la lleva al fondo de los bosques, donde espera hasta que ella se recobra del desmayo.
Al volver en sí, Blanca grita y se crispa de miedo cuando ve al cacique mirándola con lascivia. A sus espaldas, oye crujir las ramas y pasos que avanzan. De pronto dos rugidos. El choque de dos cuerpos luchando que se desploman. Un grito ahogado y, por Fin, el silencio. Es Tabaré que oyó a lo lejos el grito de Blanca y corrió en su busca; peleó contra Yamandú estrangulándolo, pero ella lo ignora, pues no ha mirado hacia atrás, no vio la lucha y, por lo tanto, desconoce el desenlace; ni siquiera adivina quién fue su defensor.

Al verse sola, la joven de nuevo siente miedo y gime. Tabaré acude en su ayuda. La calma con sus palabras, y con cuidado y ternura la conduce en sus brazos hasta el fortín español. Don Gonzalo, fuera de sí por la desaparición de Blanca, ve venir al mestizo con ella, corre hacia él y, creyéndolo el raptor, lo mata atravesándole el pecho con su espada.
Genero; Épico-lírico. El poeta canta la epopeya de una raza —encarnada en Tabaré— en su ocaso, en su agonía. Pero, a la vez, la historia de esa raza está expresada líricamente; de allí que el género de la obra sea épico-lírico. Algunas escenas en que aparecen diálogos entre los personajes, junto con la descripción del marco esceno­gráfico, acercan la composición al género dramático, ya que serían de fácil represen­tación.
Con estas palabras termina el poema.
De esta obra es preciso destacar cuatro puntos:
1. El hilo narrativo es romántico en su concepción, desarrollo y desenlace.
 2. El escenario, la naturaleza agreste del Uruguay con sus selvas, ríos, fauna y flora, está muy bien descrito.
3. El aspecto costumbrista es soberbio en las descripciones del ambiente guerrero de los charrúas.
 4. El fondo teológico, desde el cual el autor expone sus ideas religiosas y la pugna ideológica y espiritual entre indígenas y españoles, es excelente.

Sin embargo, más allá de toda ambientación típicamente americana y de la grandilocuencia propia de la época en que fue escrito (1886), el máximo valor literario de Tabaré radica en su contenido universal.

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